El alpinismo, el montañismo o la escalada son actividades que suelen complementarse muy bien con la fotografía. La posibilidad de acceder a lugares que la mayoría de los mortales sólo pueden ver por la tele o soñar desde el cómodo sillón de su casa, bien merece tener algunos conocimientos de fotografía de cara a llevarse a casa buenos recuerdos.
Puede incluso que la técnica deportiva se convierta de hecho en una herramienta más que nos permitirá captar lugares inéditos. Y esto tiene complicaciones que van más allá que la “simple” técnica. En ocasiones, para acceder a ciertos lugares nos encontramos con dificultades que debemos tener previstas. He sido aficionado a estas prácticas, y el contacto con otros montañeros más expertos que yo (lo cual es fácil, nunca he sido un experto) o las malas experiencias con alguna de mis cámaras me han hecho aprender algunos consejos que trataré de resumiros en este artículo.
El peso
El problema de este tipo de fotografía es que no podemos llevar todo el peso que queramos. Nuestro equipamiento, y en ocasiones los límites que establece una expedición de un grupo de personas, delimitan el máximo peso que podemos llevar.
No es posible elegir si es más importante ser fotógrafo o alpinista. Puedes sobrevivir a una escalada alpina sin ser fotógrafo, pero no puedes sobrevivir sin ser un alpinista. Luego esta cuestión, en determinadas situaciones, no a lugar.
Deberemos ser realistas y asumir las limitaciones de peso y espacio disponibles. En ese sentido, será más importante tener mucha experiencia en montaña para saber anticiparse a los “momentos”, y no tener nunca que elegir entre ser alpinista o ser fotógrafo. Y por supuesto: asumir que nuestro equipo tendrá que ser limitado y debemos asumir que se puede estropear. Sólo es material. Si llevaros vuestra Leica va a suponer que estéis todo el rato obsesionados con su integridad, posiblemente sea mejor que os planteéis otra opción.
Una cámara portátil nos puede sacar de un apuro
Hay ocasiones en que los requisitos de calidad nos obligarán a llevar una cámara pesada. Incluso en esas situaciones, yo recomendaría llevar adicionalmente una cámara portátil auxiliar. El motivo es que las bajas temperaturas a veces hacen que falle la electrónica de una cámara. Y no hace falta irse a escalar un K2 para experimentarlo. A 20º bajo cero (una temperatura invernal nada descabellada) podemos apreciar como la pantalla LCD se congela tornándose negra o la batería baja muy rápidamente (es increible la diferencia que marcan unos pocos grados).
Esto podría evitarse manteniendo siempre la cámara resguardada y sacarla únicamente para tomar la foto. Aunque en este caso surge otro problema: la diferencia de temperatura puede provocar que las lentes se empañen o que con la humedad la cámara se congele inmediatamente. Por ello, no hay una manera efectiva de mantener la cámara caliente: a ciertas temperaturas, es prácticamente imposible. Las cámaras de película tampoco se libran del peligro, porque a bajas temperaturas la película se torna frágil y puede romperse al rebobinar. Como he comentado, si todo falla, podría venir bien tener una compacta ligera de reserva en el bolsillo.
El equipo
El rango focal más adecuado para llevar a una expedición debería abarcar desde los grandes angulares hasta los 100mm, muy orientados a paisaje o retratos. Muchos alpinistas deciden utilizar equipos analógicos por motivos obvios: las tarjetas de memoria consumen energía, y en situaciones de bajas temperaturas las baterías no duran mucho. Además las pantallas y demás electrónica de la cámara tiende a fallar en situaciones extremas.
Sin embargo, la inmediatez y la posibilidad de salvar algunas dificultades de la fotografía de película, muchos fotógrafos están lanzándose a utilizar equipos digitales (generalmente bien sellados y de alta calidad) en alta montaña, con buenos resultados (siempre que se tomen las precauciones oportunas).
Para portar el equipo, la mejor solución para cámaras grandes en el caso de la escalada o el alpinismo es la riñonera. Si la cámara es compacta puede ir en cualquier bolsa dentro de la mochila, y si se practica espeleología o descenso de barrancos, se tendrán que utilizar cajas estancas.
El filtro UV, tan inútil en muchos casos. se torna imprescindible a grandes altitudes. El motivo: que las radiaciones UV son mayores, y podríamos obtener fotografías más azuladas de lo normal. El filtro nos ayudará a reducir este efecto.
Se puede ser fotógrafo y no escalador
Paradójicamente, muchos de los grandes fotógrafos de montaña no practican esta actividad. Tal es el caso de Gerard Kosicki, un popular fotógrafo francés que es más experto en el uso de larguísimas focales que en el arte de la escalada. Si bien, es evidente que por ello debe renunciar a tomas desde determinados ángulos. Hay paisajes como el desfiladero de Verdon en Francia, o Half Dome en Yosemite a cuyas cimas se puede acceder sin escalar.
De hecho, muchas de las fotografías que se ven en revistas, se han realizado en rappel con un trípode suspendido contra la pared, y no formando parte del equipo. Pretender fotografiar y escalar al mismo tiempo, se torna muy complicado y peligroso.
Foto de portada | ashokboghani
via Xatakafoto http://www.xatakafoto.com/trucos-y-consejos/consejos-para-practicar-fotografia-en-la-montana
Los tendré en cuenta ya que nos gustaría mejorar algunas fotografías cuando vamos de guias de montaña y así guardar instantáneas para el futuro, un saludo Xavier
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