El tiempo se encuentra suspendido, dos personas en el sofá. Una de ellas con una tableta digital en la mano mirando fotos. Mis fotos. La otra soy yo y estoy con la boca abierta sin saber qué contestar. La miro con ojos brillantes y furiosos, achinados y pequeños como un objetivo a f22. Y ella me vuelve a preguntar: entonces, ¿qué?, ¿es con o sin Photoshop esta foto?
No soy el primero ni el último al que se lo preguntan. No es la primera y, me temo, tampoco será la última vez. Casi todos nos hemos encontrado a nosotros mismos alguna vez con esa cara de tonto que se te queda cuando alguien elogia tu foto y, un segundo después, se para en seco y te pregunta si ha sido tratada digitalmente. Resumido en un "¿tiene Photoshop?". Es decir, que si tu foto es buena o has usado magia negra para lograrla.
En otras palabras, que si eres un gran fotógrafo que merecería un premio Nobel de Fotografía o simplemente se te ha caído la cámara al suelo, ha pasado tu gato, le ha dado con la pata al disparador y luego Photoshop ha convertido esa basura en la foto tan bonita que vemos.
Un debate abierto mil veces y que no se ha cerrado nunca. ¿Las fotografías tienen valor cuando pasan por el quirófano de Photoshop?, ¿hasta qué punto se pueden "retocar" las fotografías? Esa delgada línea entre el ajuste y la edición gráfica, un infinito debate que se resume en la opinión pública no especializada como un simple: si tiene Photoshop no vale, si no lo tiene la fotografía es buena. Opinión con la que en parte estoy de acuerdo, ojo. El mérito de una buena fotografía pesa sobre el conocimiento de la luz, saber controlar la exposición, el seleccionar un encuadre. Controlar y conocer tu equipo, manejar el ruido, equilibrar las dominantes.
Pero el fotógrafo actual ha cambiado los químicos por el laboratorio digital, e inevitablemente la edición digital se transforma en parte del proceso fotográfico. No siempre entendida como la modificación de la realidad, la manipulación o el cambio aberrante, el engaño sin piedad, sino que también esa edición digital, ese "pasar por Photoshop" puede deberse a una necesidad básica: hacer compatible y visible el RAW. Y hoy en día, casi todos los fotógrafos profesionales y muchos aficionados, eligen el bruto para sacar el máximo partido a las tomas que puede entregar su sensor.
Para ellos la edición digital, aunque solo sea para obtener un JPG, es un paso obligatorio. Ir más allá pasa por un tema personal en cuanto a gustos y a lo que cada uno considere correcto. Sin embargo, a ojos de quien solo entiende la fotografía sin Photoshop y para quienes la la edición digital como algo malo, no podrán ver que para muchos simplemente forma parte de un flujo de trabajo, y no de una intervención obligada de la realidad, modificándola grotescamente.
Y yo, que tenía que dar una respuesta, vuelvo a mirar la foto. Respiro hondo. La miro a ella y contesto con una sonrisa: "No, claro que no. No tiene Photoshop".
Y no miento. Siempre edito con Lightroom.
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