Fotografiar desde el aire es una de las experiencias más increíbles que puede tener un fotógrafo, ya sea aficionado o profesional. Cualquiera puede hacerlo, siempre y cuando pueda pagarse un vuelo en helicóptero o en globo. Desde un avión es mucho más complicado. Después de cinco años de experiencia, os contaré cómo conseguir las imágenes más espectaculares.
En tu vida profesional nunca sabes lo que te puede pasar y en qué vas a tener que especializarte. Por una serie de cuestiones que ahora no vienen al caso, resulta que una de mis especialidades es la fotografía aérea. Nunca he leído nada serio sobre el tema, sobre cómo enfrentarse a ver las cosas desde el aire. Al principio todo te llama la atención, pero después de unos cuántos vuelos empiezas a distinguir lo bueno de lo malo, y aprendes de los errores (es la mejor forma de aprender, siempre lo diré). Intentaré hacer un resumen para que cuando tengáis la oportunidad de volar vuestras fotos sean las mejores:
Lo primero y más importante es no tener vértigo y no marearse con facilidad. Cuántas buenas fotografías se habrán perdido porque el fotógrafo de turno se ha indispuesto y no ha podido resistir los movimientos del helicóptero. Porque viajar en estos medios no es cómodo precisamente. No tiene nada que ver con los aviones comerciales. Antes de un vuelo importante, si sabes que eres propenso al mareo, evita comer cosas pesadas o tómate alguna pastilla.
El equipo es fundamental. Por supuesto que podemos disparar con una compacta, pero volar no es una experiencia habitual, por lo que recomiendo ir con una réflex o una EVIL con un objetivo zoom 24-70 mm o equivalente. Aunque sabéis que soy un defensor de los objetivos fijos, en esta situación son muy poco prácticos. Los zoom de los que hablo tienen una calidad fuera de toda duda. Volamos siempre a gran altura, y la representación de los detalles, por pequeños que sean, es importante si queremos un buen resultado. No tiene mucho sentido ir con un zoom más largo, como un 70-200 mm, por ejemplo. Te mueves tanto en el aire que resulta muy difícil encuadrar con una focal semejante. Eso sí, si cuentas con la complicidad del piloto, puedes pedirle que haga un estacionario, es decir, que se quede en un punto fijo en el aire. Pero el tiempo es dinero, y a no ser que estés muy seguro de lo que vas a conseguir, no recomiendo pedir esta maniobra. La comunicación con el piloto y su pericia es fundamental para conseguir los mejores resultados.
Dichos objetivos tienen que ser luminosos, como un f2,8 de luminosidad constante. Allí arriba las condiciones de luz son muy cambiantes y no sabemos qué tipo de luz nos vamos a encontrar. Podemos subir el ISO, desde luego, pero siempre y cuando estemos seguros de la respuesta de nuestra cámara a altas sensibilidades. Los objetivos profesionales son los más resistentes y con las vibraciones que hay, sufren menos. He visto objetivos deshechos por este motivo.
Es fundamental poner el parasol para evitar el flare, algo muy común en este tipo de fotografías por la posición que tenemos respecto al sol, libre de nubes y de contaminación. Todos los rayos se cuelan por el objetivo y si no lo protegemos bien, podemos tener grandes problemas. Algunos de los pocos manuales que hay recomiendan sujetarlo con cinta americana al objetivo. Yo lo he hecho cuando he trabajado con la puerta abierta. Pero si trabajamos dentro de la cabina no tiene sentido. Eso sí, hay que asegurarse en tierra que se sujeta bien.
En un globo no tienes problemas con las ventanas, pero dentro de un helicóptero, colócate en un asiento donde la ventana se pueda abrir completamente. Si puedes elegir a la hora de alquilar un vuelo, evita los Colibrí si no puedes ir con la puerta abierta, y acepta encantado volar en los Eccureil .
El anterior punto me recuerda que hay que evitar llevar cosas sueltas como tapas, baterías, tarjetas, mochilas abiertas, objetivos sin guardar... En el aire no es muy agradable oír un golpe y no saber de dónde ha venido. Tú te lo puedes imaginar, pero el piloto no piensa que tú eres un descuidado. Al menos hasta que le confieses que se te ha caído algo.
Y la gran pregunta: ¿Qué velocidad de obturación pongo? Siempre, siempre, siempre la más alta que puedas. Aquí no vale la regla de la inversa de la distancia focal ni nada parecido. La velocidad mínima, dentro de un objeto en continuo movimiento, como puede ser el helicóptero o un globo, es 1/500. Por debajo siempre hay problemas. Por eso es importante un objetivo luminoso, para evitar los ISOS altos. Por ejemplo, si llevamos un 18-55 mm y disparamos en la posición 55mm, sólo podremos disparar con un diafragma 5,6. Dos puntos de luz menos que significa la diferencia entre una foto movida y una perfecta.
Y para finalizar, respecto a la luz, a mi me encanta disparar con mal tiempo, con nubes bajas y a primera hora de la mañana (la foto que abre el artículo es un ejemplo). Esas son las condiciones menos aconsejables para volar, pero la luz de una mañana invernal por encima de las nubes es una de las cosas más bonitas que he visto. Y por supuesto, y en esta situación con más motivo, hay que evitar la luz del mediodía. Allí arriba todo es azul y con una gran calima, lo que convierte en anodino cualquier paisaje.
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