Al menos es el mensaje que parece desprenderse tras las detenciones de los fotoperiodistas Raúl Capín y Adolfo Luján en el día de ayer, en sus respectivos domicilios. Por agredir, perdón, supuestamente por agredir a miembros de las fuerzas policiales. Porque al final quien debe determinar la veracidad de los hechos acaecidos será el juez.
Pero, presuntamente, hay otro mensaje quizá tras estas detenciones: Fotografiar es peligroso. Nos lo contaban en la entrevista de hace unos días miembros del colectivo Fotomovimiento. Si ya hace tiempo teníamos que tener cuidado con el lugar dónde plantábamos nuestro trípode, no digamos ahora cuando nos vean en una manifestación con nuestro teléfono móvil o nuestra cámara. Por cierto, mejor dejar el trípode en casa, por si acaso.
Un hervidero en las redes sociales
Nótese, por favor, cierta ironía – a modo hipotético de reflexión – en todo esto y hagamos juntos un ejercicio de reflexión sobre lo que está pasando en la fotografía periodística (la profesional, la freelance, la ciudadana). En la tarde-noche de ayer, Facebook, Twitter y demás redes sociales era un hervidero que puede resumirse en el comunicado, suscrito por numerosos colectivos, del colectivo Fotogracción. Como muestra de ello vayan dos tweets de los muchos que se pueden encontrar por la red:
A Raúl Capin le han detenido por hacer fotos de los abusos policiales como esta: twitter.com/Cazatalentos/s… #RaúlLibertad
— Santiago Romero Ruiz (@atlante83) 22 de mayo de 2013
Fotos de Adolfo Luján (detenido junto a Raúl Capín) de policías de paisano deteniendo gente el #25A flickr.com/photos/popicin… #atandocabos
— Juan Luis Sánchez (@juanlusanchez) 22 de mayo de 2013 Antes de que empezara todo este asunto de crisis de la que nadie tiene la culpa, recuerdo que circulaba por ahí aquella frase de: “Soy fotógrafo, no delincuente”. Tal vez la frase esté cambiando. No lo sé.
¿La fotografía está bajo sospecha?
Fotografiar eventos como una manifestación se convierte en algo peligroso. ¿Ese es el mensaje que se nos quiere transmitir? Lo que me pregunto, realmente, si es peligroso por los manifestantes o por otros intereses.
En fin, son estas unas líneas incómodas (supongo que para algunos), unas líneas que tal vez no sirvan para nada. Pues si todos somos presuntos culpables según la Ley, me pregunto, presuntamente o hipotéticamente, por si acaso, porqué el tratamiento no presunto de estos dos fotógrafos de medios no generales y pequeños, dos freelance – como muchos fotoperiodistas de calle – que se parten la vida por ganarse un salario dignamente en estos días convulsos. Muchas preguntas y muchas dudas. Mucho por aclarar. Mucho dará que hablar aún el asunto.
Solo sé que empiezo a sentirme incómodo cuando saco la cámara por la calle. Me dicen ahora que Fotografiar es peligroso. ‘Paren el mundo que me apeo’, que decía Groucho.
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